jueves, 16 de marzo de 2017

Comentario crítico



Carmen de Burgos
 
—No seas tonta, Dolores, y no te abatas así —solía decirle—. Yo comprendo que es triste que tu marido no te atienda como tú te mereces y ande por ahí con querindangas. Pero no sabes tú lo que hacen otros. Después de todo nada te falta en tu casa, y no se mete contigo. Créete que lloras sólo con un ojo.
Dolores asentía. ¿A qué quejarse? No pudiendo ser dichosa se conformaba con verse libre de las caricias de su marido. Era aquello lo que buscaba con el divorcio. Le bastaba con poseer el dominio de su cuerpo, con no tener que envilecerse en una unión sin amor; con no verse obligada a cumplir aquella obligación que las damas devotas llamaban el débito conyugal.
Era aquello la mayor monstruosidad con que emporcaba el matrimonio. Al verse libre de ella, pensaba en que verdaderamente era feliz.
(La malcasada, Carmen de Burgos)
Como muestra nuestra autora de hoy, el matrimonio es un aspecto donde  todo lo que pasa se esconde. Desde los abrazos más profundos a los más dolorosos palos, es decir, la mujer no tenía ingún tipo de derecho. Quizás hoy hablamos de ella, Carmen de Burgos, una mujer valiente  porque le plantó cara a su marido y decidió divorciarse. La palabra DIVORCIO es el pecado más grande. Desde aquí apoyo a todas las mujeres aque persigan sus derechos y a que siempre se hagan respetar y nunca se dejen pisar por nada ni nadie.

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