Comentario crítico
Carmen de Burgos
—No seas
tonta, Dolores, y no te abatas así —solía decirle—. Yo comprendo que es
triste que tu marido no te atienda como tú te mereces y ande por ahí con
querindangas. Pero no sabes tú lo que hacen otros. Después de todo nada
te falta en tu casa, y no se mete contigo. Créete que lloras sólo con
un ojo.
Dolores
asentía. ¿A qué quejarse? No pudiendo ser dichosa se conformaba con
verse libre de las caricias de su marido. Era aquello lo que buscaba con
el divorcio. Le bastaba con poseer el dominio de su cuerpo, con no
tener que envilecerse en una unión sin amor; con no verse obligada a
cumplir aquella obligación que las damas devotas llamaban el débito
conyugal.
Era aquello
la mayor monstruosidad con que emporcaba el matrimonio. Al verse libre
de ella, pensaba en que verdaderamente era feliz.
(La malcasada, Carmen de Burgos)
Como muestra nuestra autora de hoy, el matrimonio es un aspecto donde todo lo que pasa se esconde. Desde los abrazos más profundos a los más dolorosos palos, es decir, la mujer no tenía ingún tipo de derecho. Quizás hoy hablamos de ella, Carmen de Burgos, una mujer valiente porque le plantó cara a su marido y decidió divorciarse. La palabra DIVORCIO es el pecado más grande. Desde aquí apoyo a todas las mujeres aque persigan sus derechos y a que siempre se hagan respetar y nunca se dejen pisar por nada ni nadie.
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