viernes, 17 de marzo de 2017




VIRGINIA WOOLF


" ..Me sentaré en la temblorosa orilla del río y contemplaré los nenúfares, anchos y luminosos, que con su aguda luz de luna iluminan en haces el roble que se cierne sobre el agua. Cogeré flores. Formaré con ellas un ramo, lo tomaré en la mano y lo ofreceré, ¡oh! ¿a quién? Hay un obstáculo en el fluir de mi vida. Una profunda corriente tropieza con algo. Y ese algo se estremece. Tira. Un nudo en el centro opone resistencia. Es dolor. Es angustia.


No sé cómo pasar de un minuto a otro, de una hora a otra, resolviendo minutos y horas gracias a cierta fuerza natural, hasta que constituyan esa masa indivisible y unitaria a la que vosotros denomináis vida. No tengo rostro, soy como la espuma que se desliza sobre la playa.. "

Las Olas, 1925. Virginia Woolf. 



En este fragmento, en el que las olas toman protagonismo, ya que se desarrolla conjuntamente con el batir de estas, nos habla de como Rhoda, el personaje principal y que más se parece a ella, habla de lo que ella sentía de vez en cuando. Este sentimiento es la despersonalización. Virginia tenía extrañas experiencias en las que no sentía su cuerpo, o se sentía alejada de él y tenía que golpear los nudillos contra algo duro para volver a sentirlo.

Este fragmento, o incluso la obra entera, trata temas como el mencionado anteriormente. Suelen ser temas relacionados con pesares y visión pesimista, porque está influenciado por la condición de Virginia Woolf, que, tras la muerte de su madre, en 1895, comenzó a sufrir depresiones y trastornos de la personalidad. Estos trastornos la llevaron a acabar suicidándose.

El fragmento transmite a la perfección la sensación de pesimismo y desasosiego. Esta gran autora logra expresar con claridad sus preocupaciones y malestares en los monólogos interiores que desarrolla a lo largo de la obra.

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